lunes, 21 de septiembre de 2009

El riesgo de ser madre desde la adolescencia


La fotografía social perenne de mujeres jóvenes con vientres agrandados por llevar un nuevo ser en sus entrañas, aunque no es exclusiva, es cotidiana en El Salvador. El rango de edad de embarazos adolescentes en el país está por debajo de los 19 años de edad. Y en menor escala, pero igual de notorio, ya se han registrado casos de madres de 10 años. Niñas madres.

Ángela Meléndez tiene 18 años y se encuentra en su segundo embarazo. Ella ya sabe qué es una niña, se llamará Jessica Gabriela. La joven madre, de cabello negro y con pecas en su rostro, asegura que está feliz de llevar a su pequeña en su vientre. Máxime cuando la experiencia ya la ha vivido, cuando tenía 15 años. En lugar de tener una fiesta rosa, tuvo su primer hijo. Su orgullo, dice.

Aunque por la falta de madurez, desarrollo físico y situación económica, los especialistas se aferran a que se luche por evitar los embarazos durante la adolescencia; la visión de muchas jóvenes en el país es contraria. Probable causa entre muchas de este fenómeno.

Los datos que se obtienen de estudios sobre embarazos en adolescentes y sus comprobadas consecuencias contrastan con las emociones de alegría y realización que les ocasiona a algunas madres jóvenes concebir un hijo.

“Yo estoy bien con mis hijos”, comenta Ángela.
La tendencia

Datos del Ministerio de Salud muestran que durante 2008, un total de 30,786 adolescentes entre los 10 y 19 años fueron atendidas en centros de salud nacionales por embarazo, lo que corresponde al 30% del total de casos atendidos por el sistema público sanitario en ese año.

La concepción de una nueva vida a temprana edad tiene una doble lectura para los especialistas, ya que no solo conlleva repercusiones en la salud, también la situación económica de las madres resulta afectada.

Dentro del ámbito de la salud de las madres adolescentes, la mayor preocupación es el contagio de enfermedades de transmisión sexual como el papiloma humano o el VIH.

Edmundo Sánchez, médico director del Hospital de Maternidad, asegura que el cáncer de cerviz, derivado del virus de papiloma humano, está íntimamente ligado al inicio de las relaciones sexuales a temprana edad. Este cáncer es una de las enfermedades sexuales más incidentes que se aloja en los tejidos llamados metraplacia, que se desarrollan durante la adolescencia.

“Si por mala suerte las jóvenes se involucran con alguien que tenga un virus, pueden enfermarse y llegar a tener lesiones graves. Además, el VIH y las otras enfermedades también están a la orden del día en una joven que empieza a tener relaciones sexuales”, dice Sánchez.



Maternidad es el hospital en donde quedan en evidencia las hasta hoy interminables atenciones maternas en adolescentes.

Los partos de adolescentes en este hospital en 2008 representaron el 33% del total de atenciones, que totalizaron 15,000. Allí, 4,870 adolescentes salieron con un bebé en brazos. Solo entre enero y julio de 2009, un total de 2,649 jóvenes han dado a luz en las instalaciones del nosocomio estatal.

Ángela no dio a luz a su primer hijo en Maternidad. Por su cercanía geográfica le fue más factible buscar atención en el Hospital de Zacatecoluca. La adolescente reside en San Luis La Herradura, departamento de La Paz. Su compañero de vida es mayor que ella por tres años.

Para ganarse la vida y aportar a su familia, Ángela se dedica a la extracción de carne de tiburón en la Costa del Sol. Aunque el trabajo no es fijo. No todos los días las lanchas regresan con cargamento en las redes de los pescadores.
Freno para la superación

Leonor Calderón, representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en El Salvador, considera que el embarazo adolescente es una de las principales dificultades para la superación de la pobreza en el país. Incluso, la frecuencia y el reflejo de esta práctica en las hijas de madres que concibieron en su adolescencia agudizaría y transmitiría el círculo de pobreza de una generación a otra.



“Tiene un impacto muy central en la vida de las chicas, en los estudios recientes se ha comprobado que un porcentaje alto de jóvenes que quedan embarazadas les cambia su proyecto de vida”, comenta la delegada de Naciones Unidas.

Los estudios son una prueba de la aseveración de Calderón. La Encuesta Familiar de Salud Familiar (FESAL) 2008 indica que el 41% de las jóvenes que estudiaba y se embarazó ya no volvió a los salones de clases después de la concepción.

Las causas más recurrentes son la ausencia de un familiar o persona de confianza que cuide a los hijos o la obligación por subsistencia de trabajar.

Los niños de madres adolescentes también tienen una mayor probabilidad de abandonar la escuela, según los expertos. Otro círculo más.

Ángela es un ejemplo. Cuando salió embarazada cursaba el tercer grado y su actual compañero de vida era un joven de la comunidad donde reside. “No seguí porque tenía que cuidar al niño”, explica.

Tanto el director de Maternidad como la representante del UNFPA son de la opinión de que la falta de la adecuada educación sexual es uno de los principales factores que repercuten en un embarazo a temprana edad. Aunque matizan que mediante la educación “no se promueven las relaciones sexuales”, sino que se plantean los riesgos de practicarlas.

Ángela no conoce de cifras y estudios. Dice sentirse feliz. Pero confiesa que sabe le será más difícil llevar la vida cuando el próximo mes dé a luz. “Pero prefiero no pensar en esos problemas”, concluye.

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