domingo, 16 de enero de 2011

“LOS FUSILES CALLARON EL 16 DE ENERO DE 1992 EN EL SALVADOR, PERO LAS BALAS NO”


Escrito por: Moisés A. Rivera

Muchos de nosotros vivimos la última ofensiva guerrillera “Hasta el tope” de 1989, también muchos éramos apenas unos niños/as cuando vimos por la TV la firma de los acuerdos de paz que se realizaron en el Castillo de Chapultepeque de México.

Ahora 19 años después como jóvenes capaces de interpretar esos hechos históricos, llegamos a la conclusión que los fusiles fueron callados, pero las balas aún no han cesado de desangrar a nuestra nación y especialmente a nuestra juventud que por muchos años ha sido víctima de la continuación del nuevo frente de guerra en la que nos encontramos actualmente.

La pérdida del verdadero significado se ha distorsionado con los actos protocolarios burocráticos que desarrolla el Estado para esta fecha memorable, desde conciertos hasta concentraciones o eventos que por separado realizan por los principales partidos que estuvieron envueltos en el pasado conflicto armado, nos indica que después de la firma como salvadoreños/as hemos estado más desunidos como sociedad para la búsqueda de soluciones a las problemáticas estructurales como la violencia o retornar al verdadero significado para las víctimas de la guerra civil que es hacerles justicia.

Como sociedad y especialmente como nueva generación jóvenes no hemos hecho una profunda reflexión para evitar otro capítulo similar de los 12 años de guerra en la que vivieron nuestros padres y madres; pero sin embargo no estamos lejos de replicar los errores y escenarios de aquella generación de jóvenes fanatizados por la ideología o que concluyeron que el único camino para detener la injusticia en El Salvador era tomar las armas.

Ahora en pleno siglo XXI muchos malos salvadoreños que han decidido estar al marguen de la Ley, han optado tomar las armas para seguir con el derramamiento de sangre y que han sido capaces de doblegar y poner de rodilla a nuestra nación y poner en aprietos las autoridades de seguridad pública; no buscando alguna reivindicación político ideológica, sino cegados por la avaricia de territorializar su sustento económico, y que han provocado una guerra despiadada, inhumana y cruel en la que están sumergidas muchas familias, siendo sitiadas y víctimas en los principales municipios más violentos de la zona metropolitana y otros lugares del país.

El drama humano que es invisible por las autoridades del Estado Salvadoreño es realmente espantoso, y que como generación de la postguerra hemos sido cómplices por la indiferencia que impera en nuestro inconsciente colectivo, pero sin embargo como siempre lo ratificamos que todo no está perdido, que la luz de este túnel no es el tren que viene frente a nosotros/as, sino que es la esperanza que ver un nuevo amanecer, de ver un nuevo El Salvador, de ver la movilización de un ejército de jóvenes para exigir un cese a la impunidad, un cese a la demagogia de los políticos, un cese a la indiferencia irracional de la "Generación de la Guerra"....depende directamente de nosotros/as cambiar este panorama a corto y mediano plazo

Que Dios bendiga a El Salvador.